Entérate de cómo sacarle provecho a este hábito que, curiosamente, podría mejorar nuestro nivel de concentración.
Cuando estamos por acabar el cole es normal que nos preguntemos: “¿Qué voy a estudiar?”. Habitualmente esta interrogante viene acompañada de otras que ponen en duda ideas preconcebidas sobre determinadas materias y que, obviamente, nos generan cierta preocupación ya que implica disponer de por lo menos cinco años de nuestra vida al servicio de una profesión que debe sernos de utilidad “cuando seamos grandes”.
¿Ciencias o Letras? Al decidir por una carrera, elegimos también una orientación académica y, a la vez, un tipo de formación. Es cuando debemos evaluar nuestras aptitudes hacia campos específicos y ser lo más analíticos posibles para tomar buenas decisiones.
De lo que debemos estar seguros es que una no tiene por qué ser mejor que otra, sino solo diferentes. Durante mucho tiempo se ha exaltado el estudio científico por sobre otros conocimientos y, si bien es cierto, sus aportes son notorios al desarrollo de la humanidad, es imposible concebirlos desde una mirada estática y poco funcional. Es cuando las letras y humanidades han dado sentido al individuo en un entorno que lo necesita y depende de él, y claramente, a comprenderse mejor.
Nadie nace sabiendo
Para los que creen que no podrán estudiar ciertas carreras porque no son buenos con los números, el diario español El Mundo, publicó recientemente diálogos con Hermundur Sigmundsson, investigador de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), quien llegó a la conclusión de que no existe base científica alguna para usar de excusa eso de que “los números no son lo mío”. En un estudio con 70 estudiantes de 10 años de edad del que llegó a la conclusión de nadie nace siendo matemático puro. Lo que nos hace buenos en matemáticas no es el talento innato, sino la práctica. “No existe un gen matemático: se nos da bien lo que ejercitamos”, afirmaban Sigmundsson y su equipo. La única forma de ser realmente un as de los números y las cuentas es, aseveran, practicar, practicar y practicar.
Si bien es cierto, a edad temprana es más fácil poder absorber conocimiento, no quiere decir que pasados los 15 nuestro cerebro deje de trabajar. Será más complejo, sin duda, pero si algo te gusta y te tomas el tiempo para estudiar con esmero y dedicación (o sea, de verdad), no hay forma de decir no.
Cuestión de vocación
También es cierto que no todo es 100 % conocimiento, sino motivación y habilidad. Desde este espacio recomendamos no dejar de lado los test vocacionales que han demostrado, con el paso de los años, ser bastante útiles en la toma de decisiones. Como dicta el rezo popular “lo que hagas, hazlo con pasión”. Ya se ha comprobado que la motivación personal es el más grande motor de la humanidad, es así que ponle mucha garra y lo que decidas, desempéñalo con agrado y con la intención de trascender y ser de inspiración para los demás. ¡Buena suerte!